Palmeras en
formación, clavadas en duro cemento,
como un ejército
impertérrito que ve pasar los días y los mares.
Sus pies horadan
la tierra, enredados entre sí, buscando la vida.
Allí, un
silencio mineral contrasta con las gaviotas
y la brisa
marinera que mece las palmas
y arrulla sus
brazos como un Domingo de Ramos cualquiera.
Palmeras en
formación, sin himnos ni banderas,
sin jerarquía
ni estelas que narren hazañas,
sin general ni
espuelas,
porque no hay
pies, porque no hay guerra.
ResponderEliminarNo deja de ser llamativo que estén entre cemento. Y me parece fascinante imaginar como bajo él sus raíces buscan la vida incluso en las condiciones más duras.
Besitos, Merche
Pues sí, me resulta un poco inquietante observar estas palmeras clavadas en el cemento, e imagino cómo deben estar sus raices buscando nutrientes que salven su existencia.
ResponderEliminarUn besote, amiga!
Palmeras encarceladas... sólo desde el egoísmo humano puede entenderse esa barbaridad.
ResponderEliminarPara que hagan bonito...
Quizá si al alcalde lo clavaran en la copa más alta de un cocotero durante años lo vería de forma diferente.
Son tiempos más cercanos a la expiración que a la inspiración.
@Luiz Gomes
ResponderEliminarHola, Luiz Bienvenido a este rincón de poesía. Muy interesante tu blog. Gracias. Un saludo
@TORO SALVAJE
ResponderEliminarAy, Torito! Por algo se llama este sitio el Palmeral de las Sorpresas. Podrían sorprendernos de otra manera más ecológica y natural, pero en fin...
Te doy toda la razón en que son tiempos más cercanos a la expiración :(
Un beso grande!
@Merche Aunque pensándolo bien, también a través de la expiración puede llegar la inspiración, no? Bueno, no sé, ando rara estos días...
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