El
teléfono descansa indolente,
entre
polvo y olvido,
esperando
tu llamada,
la
batería intacta,
latiendo
con un brillo extraño
como
un fantasma.
Lo
miro, y callado me mira,
duerme
y respira,
pero
quien se ahoga soy yo,
ya
no ríe como antes
ni
me devuelve tu voz.
Cuando ya no recibimos su llamada, el teléfono pasa de ser un aliado a ser un objeto insolente que nos grita que estamos solos.
ResponderEliminarComo siempre, detectando la poesía en donde otros no vemos más que un objeto inerte
Besitos
Desde su silencio, "nos grita que estamos solos" Así es, querida amiga!
EliminarAgradecida siempre por tus comentarios.
Cienes y cienes de besos
Me gustan los poemas en los que las cosas y los objetos tienen sentimientos.
ResponderEliminarMe encantan.
Besos.
Coincidimos en eso, amigo! Me encanta la personificación de los objetos.
ResponderEliminarUn besazo