Tras
la alambrada se desdibujó tu playa.
El
mar perdió su horizonte
y
todo se cubrió de gris.
Desde
el cielo, se abrió una impotente luz,
no
pudiendo aclarar los borrosos matices,
en
una inextricable escena entre arena y mar.
La
gente se debatía en un difuminado ir y venir,
donde
las sombrillas sólo eran mudas espectadoras
de tan confuso paisaje.
de tan confuso paisaje.
Y
una barca descansaba bajo la tenue sombra de un árbol.
Al
otro lado de la alambrada, parecía que se velaba la noche.
Mis ventanas y balcones tienen mallas. Aquí es habitual ponerlas en los pisos altos cuando hay niños y/o mascotas (yo tengo de todo). Y así veo el mundo desde mi reducto, al otro lado de la "alambrada". No sé si estoy encerrada yo o si lo está el resto del mundo...
ResponderEliminarBesitos, Merche
Sí, es normal utilizar mallas o rejas, según el caso, como medida de protección en los pisos altos, por los niños o mascotas, como tú apuntas. Y en los pisos bajos, para que no entren los cacos.
EliminarEs interesante la visión que planteas sobre quién o quiénes están encerrados tras la alambrada...
Un millón de besos!