Cuando el mar
rabioso levanta torres de espuma
una y otra vez
contra las rocas,
bramando como un toro herido,
desafiando al
tiempo y al espacio,
pesa tanto el
corazón,
como si hubiese
vivido ya demasiados mares
y hubiese
arribado a demasiados puertos.
Cuando se camina
al borde del precipicio
con los pies
descalzos,
abandonados, sin
brújula ni destino,
al vértigo que
da el abismo de la vida,
pesa tanto el
corazón,
como si hubiese
escalado la montaña más alta
arañando las
paredes para llegar a la cima.
Cuando te haces
presente en otro plano,
en otra
existencia intangible y desoladora,
y el vacío
horada las entrañas,
pesa tanto el
corazón,
siento tanto tu
ausencia,
que 60 días sin
ti es una eternidad.
Que dolor más grande cuando alguien se va y es verdad q pesa en el aire, es un peso invisible, pero ahí está, maravilloso como lo cuentas, un beso
ResponderEliminar@orosita61@gmail.com Es un dolor infinito, invisible, pero que te corroe por dentro.
ResponderEliminarUn beso, amiga!
Las ausencias las percibimos como un vacío doloroso, los que no están dejan esa huella en el aire.
ResponderEliminarHermoso poema, saludos.
@Patricia K cómo puede doler tanto un vacío, ¿vacío decimos, cuando esta lleno de dolor?
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Un abrazo
ResponderEliminarPasaba sólo a dejarte un enorme abrazo, y me encuentro con este poema que no sé por qué no había visto. Lo uno a lo que estás viviendo ahora y multiplico el abrazo. Ojalá pudiera calmar en algo tu dolor.
Te quiero mucho, Merche
Besitos y ese abrazo en el que quedarse
@Alís
ResponderEliminarAy, amiga, que yo tampoco vi tu comentario. Muchas gracias por estar siempre ahí brindándome tu cariño. Yo también te quiero mucho, mi dulce amiga Alís!
Cienes y cienes de besos, cielo.