Me
tropecé con un poema
herido,
un
día florido de mayo.
Alguien
lo prendió de un blog,
intentando
recordarle al mundo
que
nadie se olvide de tanto
encierro y
quebranto.
Su
sangre era negra y dibujaba letras sin sentido,
irreconocibles,
irreconciliables;
sin
embargo, su luz apagada revelaba un pasado glorioso
de
juegos florales en auténticas primaveras.
Lo
arropé entre mis manos,
lo curé con un beso lanzado al viento
y
comenzó a vibrar con palabras nuevas,
con palabras bellas.
Precioso tu poema, Merche, anima saber que hay palabras nuevas y bellas, sin olvidar el irremediable confinamiento que hemos vivido.
ResponderEliminarMil besos.
Gracias, Montse. Quise curar el poema de Toro Salvaje, porque me dio mucha penilla cuando lo leí.
EliminarMuchos besitos!
:)
ResponderEliminarQué bien lo has curado.
Mi poema herido parece que ahora está risueño.
Me alegro por él.
Besos y gracias.
Toco palmitas, como los emojis. Me siento contenta. Los poemas son nuestros hijos literarios, a los que hay que dar analgésicos, antipiréticos...y besar la frente, como buenos progenitores.
EliminarBesitos, papi! ;)
Tú conviertes palabras en plumas, versos en aves del paraíso, poemas en habitantes del Parnaso.
ResponderEliminar:))
Madre mía!! Agradezco tus elogios, pero te has pasado, chica...!! Jajaja.
EliminarMuchos besitos.