Entre
dos luces nos esperábamos bajo el árbol, cada tarde de verano, para
ocultar nuestro amor, para cobijarnos entre sus ramas y hacer nuestro
nido de besos furtivos.
Tú
llegabas el primero, yo me hacía de rogar, segura de tu amor.
Caminaba lentamente hacia tu encuentro, saboreando la espera.
Tú,
impaciente, me regañabas con los ojos y yo me burlaba de tu urgencia
y contaba las colillas entre las hojas. Cada cigarrillo era un deseo
que me encendía por dentro.
Después de los años, sigue el árbol en la espera, y cada anochecer, cobija a otras
parejas con los mismos deseos e idénticos paraísos.
El árbol que atesora mil romances.
ResponderEliminar:)
ResponderEliminarImaginé un árbol milenario, y la cantidad de historias que guarda en su memoria.
Me encantó eso de contar las colillas y cómo cada una la enciende por dentro... Merche, me gustan mucho tus Cambio y corto. Estoy disfrutando mucho de leerte.
Besitos
@TORO SALVAJE
ResponderEliminarY guarda millones de besos en cada anillo.
Uno para ti, Torito
@Alís
ResponderEliminarSi los árboles hablaran...
Gracias, tesoro.
Sé que te alegras, te quiero.
Besitos con mucho cariño.