Me haces
cosquillitas,
te miro y no
paro de sonreír,
no me aguanto
las ganas,
como cuando era
niña
y la profesora
me reñía,
y yo sonreía
por fuera y por dentro.
O hacía
ramilletes para regalar a mamá,
que a su vez me
sonreiría también.
Me froto los
ojos con los puños,
pero las
cosquillas no se van,
como los sueños
que iluminan por dentro,
brilla el malva
minúsculo,
y vuela en mi
retina
la ternura hecha
flor.
ResponderEliminarLa ternura hecha poema, Merche. Qué delicioso.
Besitos
Un beso grande y un tierno abrazo, amiga Alís.
ResponderEliminar