La ciudad duerme
en un estertor
apagado.
Se suicidó la
noche
calladamente
y la encontraron
ahogada en el
mar.
Alguien tiró la
llave
que abre las
calles,
y dan paso a la
vida.
Sola en silencio
paseo por los
tejados,
la vista perdida
en una
luciérnaga
que amaga la luz
de la luna
y prende una
bombilla
incandescente
cuando maúlla el gato en celo.
Alguien ha
gritado un secreto
al oído de las
nubes
que amenazaban
lluvia,
querían
refrescar las calles
y bañarlas de
llanto.
Las aceras
resbalaban tus pasos
que se debatían
en regresar
o marchar
definitivamente
a otros mundos
lejanos,
mientras la
ciudad dormía.
Pero el tiempo
no espera,
se perdió en el
desierto
de la
desesperanza.
Quizás le tocó
perder.
Las manos en los
bolsillos,
como un paria,
buscando en su
interior
el billete de
ida que le lleva
a la esperanza
y le despeja las
dudas
una a una.
La ciudad, poco
a poco,
vuelve a la
vida.
ResponderEliminarMerche, qué bonita a la vez que melancólica manera de describir la noche, una noche... cualquiera.
El poema está llena de imágenes preciosas, como se suicidó la noche o las aceras resbalaban tus pasos...
¡Cuánta poesía hay en ti!
Besos
Amiga, la melancolía me tiene atrapada...
ResponderEliminarMuchas gracias, preciosa y dulce Alís!!
Cienes y cienes de besos