Qué insensatos nos volvemos
que vendemos el alma en un minuto
y echamos un pulso al destino
y soltamos sentimientos a raudales
porque se desbordan por los párpados
y las lágrimas ahogan las palabras.
Y duele la culpa
como el pecado original,
como duele una noche sin alba
como un delito sin remisión.
Y es la hora del castigo
o del perdón.
¡Ave María!
EL NIÑO MUERTO
Hace 19 horas
Un placer quedarme prendida de tus letras.
ResponderEliminarAbrazos y felicitaciones.
Gracias Maripaz. Encantada de tenerte.
ResponderEliminarBesitos
castigo o perdón...quién juzgará la insensatez?
ResponderEliminarme dejaste pensando...
besos*
Es cierto.
ResponderEliminarUn minuto de descuido y todo lo que hemos construido durante años puede derrumbarse.
Muy certera.
Besos.
Nos dejamos llevar demasiado por los impulsos del corazón y colocamos una tupida venda en la razón.
ResponderEliminarMe ha gustado tu reflexión.
Un beso
- Rayuela: Según quién juzgue, así será el veredicto. Me quedé pensando. Besitos
ResponderEliminar- Toro Salvaje: A menos que te descuides... la vida pende de un hilo. Besitos
- Gala: Naturalmente, hablamos del corazón, amiga. Gracias y besos
Cierto, basta un sólo instante para tirar todo por la borda. Pero ¿qué seríamos si no tuviéramos esos momentos de impulsividad absoluta? ¿qué seríamos si midiésemos cada acto, cada palabra? No sé, prefiero errar y pedir perdón, prefiero que me hieran y perdonar, que meditar cada paso que doy o dan conmigo.
ResponderEliminarDe elegir, elijo la hora del perdón, siempre.
Besos
El perdón engrandece el corazón de quien lo practica, hace que se llene de amor y no de resentimiento, es un acto de generosidad que valora al otro y nos libera. Por el contrario, quien lo recibe debe hacer un acto de humildad y serenar su conciencia, pero el dolor tarda más en desaparecer.
ResponderEliminarBesitos