Antes que se duerma el sol sobre las aguas
y la noche lo devore sin piedad,
en este duermevela dorado del atardecer,
te veo, muchacho sedente, a solas,
apurando los últimos rayos de luz,
de un sol con vocación de ser luna,
y un mar, espejo donde mirarse.
Sentado sobre el noray,
como esperando un barco que no llega,
con la cabeza gacha
y el móvil en las manos,
has compartido tu ubicación,
y se han revolucionado los emojis
más allá de la pantalla,
más allá del corazón.
El ruido interior mata al silencio
que viste el sueño de las gaviotas.
Tú, de espaldas a todos,
abogas por la intimidad,
pero envías un WhatsApp al aire,
que el cielo recibe preñado de sol tibio.
Tú, de espaldas a él,
al sol que todavía se asoma
para descansar, inmenso, sobre tus hombros,
antes de marcharse hoy,
cegará tus ojos.
Tú, de espaldas a la ciudad,
que juega ya con las sombras,
proteges tus datos,
porque abogas por la privacidad.
¡Pobre necio, ya todos saben de ti!
No existe la privacidad. Hace tiempo ya.
ResponderEliminarYa sabes cómo me gusta tu capacidad de hacer poesía con todo lo cotidiano. Me asombra esa capacidad. Y la fotografía es preciosa.
Un abrazo enorme, Merche, y besitos a miles
Es la era de la vanidad donde todo se muestra y mercadear. No, ya hace tiempo que vendimos nuestra privacidad.
EliminarMuchas gracias, mi niña. Es que yo soy muy cotidiana... :P
Vienes y cienes de besos ❤️😘