La música me lleva,
viaja mi corazón encerrado
a habitaciones ocultas
en el tiempo y en el espacio.
La música me lleva
a lugares no vividos,
soñados y deseados,
paisajes, gentes, colores,
aires de mundos lejanos.
La música me llena
de sentimientos pasados
y penetra en mis entrañas
y me palpa y la palpo,
y la piel se me eriza
cuando escucho, acompasado,
definirse el instrumento
que alza su acorde, vibrando,
y estalla la sinfonía.
En el momento más álgido
el corazón se me para
o galopa desbocado
y se acomoda al ritmo
que el director va marcando.
Minutos para la gloria,
polifónico orgasmo
que hace el momento sublime:
al-tarab, pentagramas evocados.
SINVIVIR
Hace 19 horas
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