El colchón aún caliente y las sábanas
revueltas hablaban de una noche inquieta, como tantas otras, no
conseguía acostumbrarse a la soledad. La colcha, indolente, colgaba
por un extremo de la cama alfombrando el suelo. Bajo la ducha,
limpiaba su mente e iban resbalando sus preocupaciones una a una;
pero no era fácil, el desagüe se atoraba a ratos, y cuando
cerraba el grifo, sus ojos no le obedecían y continuaban bañando de
ausencia su rostro.
Sonrisas (156)
Hace 2 horas
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