El día que dejó de escribir, comenzó
a morir parte de ella. Su mente le dictaba versos, pero su cuerpo no
obedecía. Había sido una mujer luchadora, dinámica, madre
ejemplar, con una juventud arrolladora. Sin embargo, ahora, el
semáforo de la vida había teñido de rojo su tiempo. Había perdido
su capacidad de comunicación. Movía los ojos, los abría y cerraba
inventando un código secreto que sólo ella conocía. Y soñaba
conque un día sus pensamientos volarían libres, como mariposas,
para posarse en unas manos sedientas de poesía.
BORGES
Hace 18 horas
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